"Del mitos al logos"

El paso del mito al logos

Muchos pueblos primitivos tienen ahora  mitos. Si preguntáramos a cualquier miembro de una tribu del Amazonas sobre la creación del Mundo, probablemente nos responda con un mito, con un cuento en el que mezcla realidad y fantasía.

Los pueblos de la antigüedad también los tenían (Egipto, Babilonia, Israel), pero  de ellos sólo el pueblo griego fue capaz de pasar de las explicaciones míticas sobre el hombre y la naturaleza a otras científicas y filosóficas. De esta forma, podríamos establecer una correlación en la que hombre primitivo se encontrara en estrecha relación con la Naturaleza, frente al hombre civilizado  que vive de espaldas a ella.
  



A este cambio de mentalidad se le llama el paso del mito (la explicación no científica) al logos (la explicación racional).

La mitología clásica es principalmente mitología griega. Los romanos eran un pueblo menos imaginativo y más práctico que los griegos. Roma conquista Grecia, pero se deja conquistar por la Cultura Griega. Por eso, en parte, adoptan los dioses griegos y sus mitos.

Tales de Mileto

A Tales se le atribuyen varias frases y reflexiones además de haber sido una personalidad muy importante en su tiempo, no solo como pensador sino también como político.
Como filósofo y científico, además de su famosa predicción del eclipse del año 585 a.C. Tales es conocido por ser el primer pensador que de forma explícita explicó la naturaleza ( physis ) basándose en un elemento físico como es el agua, al tiempo que también formalizó, como iniciador, la historia del pensamiento racional o científico ( episteme) . Este hecho, pese a la cierta ingenuidad de Tales como físico, coinciden los historiadores de la filosofía y la ciencia, constituye un cambio desde una racionalidad colectiva mítica ( mythos ) a una más racional ( logos ). En este sentido, el texto de Aristóteles en su Metafísica es importante:
« [...] Pues ha de haber alguna naturaleza, ya sea única o múltiple, de la cual se generan las demás cosas, conservándose ella. En cuanto al número y la especie de tal principio no todos dicen lo mismo, sino que Tales, iniciador de tal filosofía, dice que es el agua (y por ello también manifestó que la tierra está sobre agua) .»


Anaxímenes 

( 588 a.C.- 534 a.C.) Filósofo griego. Discípulo de Anaximandro, se desconocen la mayor parte de los detalles de la biografía de Anaxímenes y de sus actividades. Según el historiador Apolodoro, Anaxímenes vivió hacia la época de la toma de Sardes y murió antes de que la ciudad de Mileto fuera destruida (494 a.C.).
Miembro de la escuela milesia, Anaxímenes afirmó que el principio material y primero, el origen de todas las cosas (arché) era el aire, sustancia sensible, pero que raya en lo incorpóreo. Explica el origen de todas las cosas a partir de un doble proceso por el que el aire se modifica: rarefacción, que da origen al fuego, y condensación, del que se derivan las nubes, el agua, la tierra y las rocas.
Con estas dos nociones, Anaxímenes explica los cambios de la naturaleza, o lo que es lo mismo, dos modalidades de movimiento: cuantitativa y cualitativa. El mundo entero está envuelto en el aire como en su propia alma. La misma alma humana, fundida en el alma del mundo, es también aire. De esta manera concibió el mundo como un ser vivo, análogamente a como concebía el alma de los hombres: «De la misma manera que nuestra alma, que es aire, nos sostiene, igualmente un soplo y el aire envuelven el mundo entero.» En su concepción, la Tierra es plana y flota, pero no ya sobre el agua, como quería Tales de Mileto, sino en el aire; sostuvo también que los astros no se mueven bajo la Tierra sino en torno a ella.

Anaximandro

(Mileto, hoy desaparecida, actual Turquía, 610 a.C. - id., 545 a.C.) Filósofo, geómetra y astrónomo griego. Discípulo de Tales de Mileto, Anaximandro fue miembro de la escuela de Mileto, y sucedió a Tales en la dirección de la misma. Según parece, también fue un activo ciudadano de Mileto, y condujo una expedición a Apolonia (Mar Negro). Como político desempeñó cargos importantes y le fue confiada la misión de limitar la natalidad en Apolonia, una de las muchas colonias que debían resolver el problema de la superpoblación de las ciudades jónicas. Sus conciudadanos le erigieron, en reconocimiento a sus méritos políticos, una estatua que recientemente ha sido descubierta en las excavaciones de Mileto.
 
Anaximandro se dedicó a múltiples investigaciones. A su nombre ha quedado unida la confección del primer mapa de la Tierra, elaborado a partir de los mapas y noticias de los mercaderes griegos, que sería perfeccionado más tarde por Hecateo y del cual se sirvió Herodoto. Anaximandro imaginaba la Tierra como un cilindro inmóvil, contra la opinión general que la consideraba aplastada. También se le atribuyen otros trabajos, como la fijación de los equinoccios y los solsticios y el cálculo de las distancias y los tamaños de las estrellas, así como la elaboración de un reloj de sol y de una esfera celeste, entre otras aportaciones.

No menos asombrosas son las elucubraciones de Anaximandro sobre el origen de los seres vivos y del hombre. Todos proceden del fenómeno húmedo (la tierra en un principio era líquida, y por el proceso de disociación, lo húmedo dio lugar a lo viviente). El hombre tuvo como primeros antepasados a los peces y luego a otros animales primitivos. Con razón, por lo tanto, podría ser considerado como el primer cosmólogo y como el antecesor de la teoría del evolucionismo.

Anaximandro fue también el primer pensador griego que puso en prosa sus reflexiones filosóficas. Su tratado Sobre la naturaleza debió ser una de las más notables tentativas de sistematización de lo real anterior a Aristóteles; sólo ha llegado hasta nosotros un fragmento, pero algunas noticias de Aristóteles y de Simplicio permiten reconstruir, al menos en parte, la doctrina del autor.

En su filosofía, Anaximandro coincide con Tales de Mileto en defender que existe un solo principio básico (arché o arjé) como generador de todas las cosas, al que Anaximandro llamó ápeiron (lo indefinido e indeterminado): sustancia indeterminada, ilimitada e indefinida, que es a la par eterna. Sólo el ápeiron es incorruptible e imperecedero. Todas las otras cosas se derivan de él y están sujetas a nacimiento y desaparición, por la fuerza de los contrarios presentes en ellas: caliente y frío, húmedo y seco, etc.

En su intento de determinar el principio primero (arjé), Anaximandro sigue la constante de los restantes filósofos milesios, pero es preciso subrayar que en lugar de hallar este principio en una naturaleza finita (el agua, según Tales), Anaximandro lo ve en algo (el ápeiron) que no es percibido por la experiencia, sino que ha de postularse como causa permanente y trascendente del acontecer del mundo empírico; algo indefinible en el espacio y en el tiempo que es causa y principio de las cosas perecederas y definidas, y en el cual éstas están destinadas a disolverse. La novedad de Anaximandro, en cuya doctrina quedan, sin embargo, muchos detalles oscuros, consiste en haber buscado el principio infinito de las cosas finitas fuera de las materias que son objeto de nuestra experiencia.

Anaxágoras 

(Clazómenas, actual Turquía, 500 a.C. - Lámpsaco, id., 428 a.C.) Filósofo, geómetra y astrónomo griego. Probable discípulo de Anaxímenes, Anaxágoras perteneció a la denominada escuela jónica y abrió la primera escuela de filosofía en Atenas.

Fueron discípulos suyos Pericles, Tucídides, Eurípides, Demócrito, Empédocles y probablemente, aunque no se sabe a ciencia cierta, Sócrates. Padeció la expulsión de Atenas bajo la acusación de ateísmo; según los testimonios de la época, el motivo real fue su afinidad con Pericles, quien se hallaba en oposición a Tucídides.

Anaxágoras acepta la teoría de la inmutabilidad del ser, siguiendo en esto el pensamiento de Empédocles. Pero se esfuerza por conciliar las dos tendencias: la de la inmovilidad del ser y la del eterno devenir. Si Empédocles explicó la constitución de los seres desde el punto de vista cuantitativo (a base de los cuatro elementos), Anaxágoras lo hará apelando al aspecto cualitativo. No son cuatro las partículas constitutivas, sino infinitas. Se trata de que en cada cosa existen muchos gérmenes o semillas (spérmata) cualitativamente diferentes; Aristóteles llamó a estas semillas homeomerías, nombre más empleado que el original.

La homeomerías son partículas invisibles e inalterables. Existen tantos tipos de homeomerías como de seres: hay homeomerías de oro, de mármol, de sangre. Anaxágoras se pregunta cómo podría surgir el pelo del no-pelo, por ejemplo, y llega a la conclusión de que para que algo surja ha de estar antes presente en aquello de lo cual procede. El pan que ingerimos es pan porque está formado en su mayoría por homeomerías de pan, pero contiene también, en menor proporción, homeomerías de oro, de mármol, de sangre y de todos los seres; en el proceso de digestión, asimilamos las homeomerías de pelo, sangre, etcétera y desechamos las demás. Por este camino llega Anaxágoras a la formulación de su famoso principio: «Todo está en todo». Tenemos aquí una doctrina precursora de la teoría de los átomos.

Para Anaxágoras, las homeomerías son el principio material de todas las cosas (arché), como lo había sido el agua para Tales de Mileto o el aire para Anaxímenes. Sin embargo, en el origen del universo, esta multiplicidad casi infinita de homeomerías de todos los seres no era más que una masa caótica e inerte. Era preciso que un impulso o fuerza inicial desencadenase una serie de torbellinos que agruparan a las homeomerías de un mismo tipo para dar lugar a los distintos seres; esta fuerza motriz encargada de imprimir orden al caos original es el nous (inteligencia o espíritu).

El gran aporte de Anaxágoras al pensamiento filosófico es precisamente haber introducido en la explicación del universo el nous como fuerza motora de todo cuanto existe. La entidad del nous es tal que se halla por encima de cualquier otra realidad. El nous "es infinito y autónomo, y con nada se mezcla", y todas las cosas se ven impregnadas de él. Bien advierte Aristóteles: "Cuando afirmó que existe una mente, tanto en los seres vivos como en la naturaleza, apareció un hombre juicioso entre los desatinados que le precedieron".

Pitágoras

(Isla de Samos, actual Grecia, h. 572 a.C. - Metaponto, hoy desaparecida, actual Italia, h. 497 a.C.) Filósofo y matemático griego. Aunque su nombre se halla vinculado al teorema de Pitágoras y la escuela por él fundada dio un importante impulso al desarrollo de las matemáticas en la antigua Grecia, la relevancia de Pitágoras alcanza también el ámbito de la historia de las ideas: su pensamiento, teñido todavía del misticismo y del esoterismo de las antiguas religiones mistéricas y orientales, inauguró una serie de temas y motivos que, a través de Platón, dejarían una profunda impronta en la tradición occidental.
Se tienen pocas noticias de la biografía de Pitágoras que puedan considerarse fidedignas, ya que su condición de fundador de una secta religiosa propició la temprana aparición de una tradición legendaria en torno a su persona. Parece seguro que fue hijo del mercader Mnesarco y que la primera parte de su vida transcurrió en la isla de Samos, que probablemente abandonó unos años antes de la ejecución del tirano Polícrates, en el 522 a.C. Es posible que viajara entonces a Mileto, para visitar luego Fenicia y Egipto; en este último país, cuna del conocimiento esotérico, Pitágoras podría haber estudiado los misterios, así como geometría y astronomía.

Algunas fuentes dicen que Pitágoras marchó después a Babilonia con Cambises II, para aprender allí los conocimientos aritméticos y musicales de los sacerdotes. Se habla también de viajes a Delos, Creta y Grecia antes de establecer, por fin, su famosa escuela en la ciudad de Crotona, una de las colonias que los griegos habían fundado dos siglos antes en la Magna Grecia (el actual sur de Italia), donde gozó de considerable popularidad y poder. La comunidad liderada por Pitágoras acabó, plausiblemente, por convertirse en una fuerza política aristocratizante que despertó la hostilidad del partido demócrata, de lo que derivó una revuelta que obligó a Pitágoras a pasar los últimos años de su vida en la también colonia griega de Metaponto, al norte de Crotona.

La comunidad pitagórica estuvo siempre rodeada de misterio; parece que los discípulos debían esperar varios años antes de ser presentados al maestro y guardar siempre estricto secreto acerca de las enseñanzas recibidas. Las mujeres podían formar parte de la hermandad; la más famosa de sus adheridas fue Teano, esposa quizá del propio Pitágoras y madre de una hija y de dos hijos del filósofo.

La filosofía de Pitágoras

Pitágoras no dejó obra escrita, y hasta tal punto es imposible distinguir las ideas del maestro de las de los discípulos que sólo puede exponerse el pensamiento de la escuela de Pitágoras. De hecho, externamente el pitagorismo más parece una religión mistérica (como el orfismo) que una escuela filosófica; en tal sentido fue un estilo de vida inspirado en un ideal ascético y basado en la comunidad de bienes, cuyo principal objetivo era la purificación ritual (catarsis) de sus miembros.

Sin embargo, tal purificación (y ésta es su principal singularidad respecto a los cultos mistéricos) se llevaba a cabo a través del cultivo de un saber en el que la música y las matemáticas desempeñaban un papel importante. El camino hacia ese saber era la filosofía, término que, según la tradición, Pitágoras fue el primero en emplear en su sentido literal de «amor a la sabiduría»; cuando el tirano Leontes le preguntó si era un sabio, Pitágoras le respondió cortésmente que era «un filósofo», es decir, un amante del saber.
También se atribuye a Pitágoras haber transformado las matemáticas en una enseñanza liberal (sin la utilidad por ejemplo agrimensora que tenían en Egipto) mediante la formulación abstracta de sus resultados, con independencia del contexto material en que ya eran conocidos algunos de ellos. Éste es, en especial, el caso del famoso teorema de Pitágoras, que establece la relación entre los lados de un triángulo rectángulo: el cuadrado de la hipotenusa (el lado más largo) es igual a la suma de los cuadrados de los catetos (los lados cortos que forman el ángulo rectángulo). Del uso práctico de esta relación existen testimonios procedentes de otras civilizaciones anteriores a la griega (como la egipcia y la babilónica), pero se atribuye a Pitágoras la primera demostración del teorema, así como otros numerosos avances a su escuela.

El esfuerzo para elevarse a la generalidad de un teorema matemático a partir de su cumplimiento en casos particulares ejemplifica el método pitagórico para la purificación y perfección del alma, que enseñaba a conocer el mundo como armonía. En virtud de ésta, el universo era un cosmos, es decir, un conjunto ordenado en el que los cuerpos celestes guardaban una disposición armónica que hacía que sus distancias estuvieran entre sí en proporciones similares a las correspondientes a los intervalos de la octava musical; las esferas celestes, al girar, producían la llamada música de las esferas, inaudible al oído humano por ser permanente y perpetua.

En un sentido sensible, la armonía era musical; pero su naturaleza inteligible era de tipo numérico, y si todo era armonía, el número resultaba ser la clave de todas las cosas. Mientras casi todos sus predecesores, empezando por Tales y los filósofos milesios, buscaron el arjé o principio constitutivo de las cosas en sustancias físicas (el agua, el aire, etc.), los pitagóricos vieron tal principio en el número: las leyes y proporciones numéricas rigen los fenómenos naturales, revelando el orden y la armonía que impera en el cosmos. Sólo con el descubrimiento de tales leyes y proporciones llegamos a un conocimiento exacto y verdadero de las cosas.

La voluntad unitaria de la doctrina pitagórica quedaba plasmada en la relación que establecía entre el orden cósmico y el moral; para los pitagóricos, el hombre era también un verdadero microcosmos en el que el alma aparecía como la armonía del cuerpo. En este sentido, entendían que la medicina tenía la función de restablecer la armonía del individuo cuando ésta se viera perturbada, y, siendo la música instrumento por excelencia para la purificación del alma, la consideraban, por lo mismo, como una medicina para el cuerpo.
La santidad predicada por Pitágoras implicaba toda una serie de normas higiénicas basadas en tabúes como la prohibición de consumir animales, que parece haber estado directamente relacionada con la creencia en la transmigración de las almas; se dice que el propio Pitágoras declaró ser hijo de Hermes, y que sus discípulos lo consideraban una encarnación de Apolo. La creencia en la metempsicosis, idea orientalizante y extraña a la tradición griega, implicaba la concepción del alma como ente racional inmortal aprisionado en el cuerpo y responsable de sus actos, de forma que de su conducta en la vida dependería el ser en el que se reencarnaría tras la muerte del cuerpo.

Su influencia

Más de un siglo después de la muerte de Pitágoras, en el transcurso de un viaje al sur de Italia efectuado antes de la fundación de la Academia, Platón tuvo conocimiento de la filosofía pitagórica a través de sus discípulos. Se ha afirmado que la concepción del número como principio de todas las cosas preparó el terreno para el idealismo platónico; en cualquier caso, la influencia de Pitágoras es clara al menos en la doctrina platónica del alma (inmortal y prisionera del cuerpo), que también en Platón alcanza su liberación mediante el saber.

De este modo, a través de Platón, diversas concepciones pitagóricas se convertirían en temas recurrentes o polémicos de la filosofía occidental; todavía en el siglo XVII un astrónomo tan insigne como Kepler, a quien se debe el descubrimiento de las órbitas elípticas de los planetas, seguía creyendo en la música de las esferas. Otros conceptos suyos, como los de armonía y proporción, quedarían incorporados a la música y las artes. Pitágoras ha sido visto también como el precursor de una aspiración que tendría grandísimo predicamento a partir de la revolución científica de Galieo: la formalización matemática del conocimiento.

Heráclito

(Éfeso, hoy desaparecida, actual Turquía, h. 540 a.C.-Éfeso, id., h. 470 a.C.) Filósofo griego. Muy poco se sabe de la biografía de Heráclito de Éfeso, apodado el Oscuro por el carácter enigmático que revistió a menudo su estilo, como testimonia un buen número de los fragmentos conservados de sus enseñanzas.
Las enseñanzas de Heráclito, según Diógenes Laercio, quedaron recogidas en una obra titulada De la naturaleza, que trataba del universo, la política y la teología -aunque probablemente esta subdivisión la introdujera una compilación alejandrina de los textos de Heráclito-, pero lo que ha llegado hasta nosotros de su doctrina se encuentra en forma fragmentaria y sus fuentes son citas, referencias y comentarios de otros autores.
Algunos de estos fragmentos presentan, sin embargo, la apariencia de aforismos completos, lo cual apoya la idea de que su estilo de pensamiento fue oracular. Ello ha dado pie, incluso, a formular la hipótesis de que Heráclito no escribió, en realidad, ningún texto, sino que sus enseñanzas fueron exclusivamente orales, y que fueron sus discípulos los encargados de reunir lo esencial de ellas en forma de sentencias.
                       
Sea como fuere, la oscuridad de Heráclito ha quedado caricaturizada en la leyenda acerca de su muerte: enfermo de hidropesía, preguntaba enigmáticamente a los médicos si podrían de la lluvia hacer sequía; como ellos no lo entendiesen, se enterró en estiércol en la suposición de que el calor de éste absorbería las humedades, con el resultado de que aceleró el fatal desenlace. De creer a Diógenes Laercio, la causa de la afección habría sido su retiro en el monte, donde se alimentaba de hierbas, movido por su misantropía.

El desprecio de Heráclito por el común de los mortales concordaría con sus orígenes, pues parece cierto que procedía de una antigua familia aristocrática, así como que sus ideas políticas fueron contrarias a la democracia de corte ateniense y formó, quizá, parte del reducido grupo, integrado por nobles principalmente, que simpatizaba con el rey persa Darío, a cuyos dominios pertenecía Éfeso por entonces, contra la voluntad de la mayoría de sus ciudadanos. A estos últimos, en cualquier caso, no debió de apreciarlos en demasía, y Heráclito los colmó de improperios cuando expulsaron de la ciudad a su amigo Hermodoro.
A tenor de lo que se desprende de los diversos fragmentos, Heráclito explicó la práctica totalidad de los fenómenos naturales atribuyendo al fuego el papel de constituyente común a todas las cosas y causa de todos los cambios que se producen en la naturaleza. La importancia que concedió a la afirmación de que todo está expuesto a un cambio y un flujo incesantes seguramente fue exagerada por Platón, quien contribuyó de manera decisiva a perpetuar la imagen del filósofo efesio como exponente de un relativismo radical.

El universo de Heráclito está, ciertamente, formado por contrarios en perpetua oposición, lo cual es condición del devenir de las cosas y, al mismo tiempo, su ley y principio; pero los contrarios se ven conducidos a síntesis armónicas por el logos, proporción o medida común a todo, principio normativo del universo y del hombre que, en varios aspectos, resulta coextensivo con el elemento cósmico primordial, el fuego, por lo que algunas interpretaciones los identifican. Cada par de opuestos es una pluralidad y, a la vez, una unidad que depende de la reacción equilibrada entre ambos; el equilibrio total del cosmos se mantiene merced a la interacción sin fin entre los opuestos, garantía de que el cambio en una dirección acabará por conducir a otro cambio en la dirección contraria.

El logos expresa la coherencia subyacente de las cosas, que los hombres deben tratar de comprender, ya que la sabiduría consiste en entender cómo se conduce el mundo, y ese entendimiento ha de ser la base de la moderación y el autoconocimiento, que Heráclito postuló como ideales éticos del hombre.




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