Los Tres Grandes

Lao tse

Tao Te Ching

Filosofo chino, creador del taoísmo (Norte de China, h. ss. VI — IV a. C.). Conocido sólo por la leyenda, se discute la época en que vivió e incluso hay quien duda de la existencia real de este personaje de nombre desconocido (pues Lao Tse es sólo un título que significa «viejo maestro). Una tradición poco fiable le haría contemporáneo de Confucio (ss. VI — V a. C.), mientras que otras noticias parecen indicar que trabajó como bibliotecario en Loyang, capital de la dinastía Chou durante el periodo de los «reinos guerreros» (ss. V-IV a. C.).
En todo caso, su importancia radica en haber redactado el libro Tao Te King (Sobre el camino y su poder), del que arranca la filosofía taoísta. En ese breve tratado propuso una moral individual basada en seguir el camino de la naturaleza (el Tao); en consecuencia, recomendó virtudes como la sencillez y la naturalidad, censuró la ambición de poder y de riqueza y proscribió el ejercicio de la violencia. El pensamiento de Lao Tse aconsejó además una línea política liberal y pacifista, aconsejando a las autoridades intervenir lo menos posible en la vida de los pueblos y no agobiarles con impuestos y reglamentaciones.
Después de su muerte, esa filosofía laica se transformó en una religión, llenándose el taoísmo posterior de influencias ajenas a la obra original de Lao Tse: dio lugar primero a una mística contemplativa basada en la inacción y en la identificación por el éxtasis con la energía absoluta e impersonal del mundo (el Tao); y más tarde a una religión de prácticas mágicas gobernada por un sumo sacerdote llamado Maestro del Cielo (desde el siglo I a. C. hasta 1926).



También fue de inspiración taoísta la rebelión popular de los Turbantes Amarillos, que tuvo lugar en China oriental en el siglo II y llegó a amenazar al poder imperial. A largo plazo, la influencia más duradera del pensamiento de Lao Tse -dado el declive de las creencias taoístas propiamente dichas- ha resultado de su influjo sobre otras corrientes filosóficas o religiosas de Asia, como el confucionismo y el budismo.


Confucio

La confusión



Ganó fama rápidamente de hombre sabio. Conocido como Kung el Sabio (Kung-Fu-Tsu) Su pensamiento fue introducido en Europa por el jesuíta Matteo Ricci, que fue el primero en latinizar el nombre como “Confucio”. Lejos de la mística y las creencias religiosas, la enseñanza de Confucio se propone como una filosofía práctica, como un sistema de pensamiento orientado hacia la vida y destinado al perfeccionamiento de uno mismo. El objetivo no es la “salvación”, sino la sabiduría y el auto-conocimiento. Enseñó a sus alumnos los clásicos antiguos de la literatura china. Se cree que cuando contaba 50 años de edad fue nombrado magistrado de Zhongdu, y al año siguiente ministro del crimen de Lu. La justicia fue administrada con imparcialidad y el crimen fue erradicado. Dejó su cargo en el 496 a.C., y viajó por diferentes territorios impartiendo clases. En el año 484 a.C., después de que su búsqueda de un gobernante ideal se revelara por completo infructuosa, volvió por última vez a Lu. Allí falleció y fue enterrado en una tumba en Qufu, Shandong.




Buda

4 nobles verdades

Sidarta Gautama, más conocido como simplemente el Buda, fue un asceta y sabio en cuyas enseñanzas se fundó el budismo. Nació en la ya desaparecida república Sakia en las estribaciones del Himalaya. Enseñó principalmente en el noroeste de la India.
Debido a ciertas interpretaciones erróneas muy comunes, debe enfatizarse que Buda Gautama no es un dios ni el único ni primer buda. Esto no solo fue asegurado por el mismo Sidarta Gautama, sino que también la cosmología budista hace esta distinción al afirmar que únicamente los humanos, pero no se limita a esta humanidad en particular, pueden lograr el estado de buda, pues en estos reside el mayor potencial para la iluminación.
Buda enseñó el camino medio entre la complacencia sensual y el ascetismo estricto,practicado en el movimiento Sramana, común a esta región de la India. Más adelante enseñaría a lo largo de las regiones del este de esta nación, tales como Magadja y Kosala.
Es la figura central del budismo y sus relatos, discursos y reglas monásticas son creencias budistas que, después de su muerte, fueron resumidas y memorizadas por sus seguidores. Existen diversas colecciones de dichas enseñanzas que le fueron atribuidas y transmitidas por tradición oral, hasta ser escritas aproximadamente cuatrocientos años después de su fallecimiento.
En el sermón de Benares, tras su iluminación, Buda expuso las cuatro Nobles Verdades
1. La primera Noble Verdad es dukkha, la naturaleza de la vida es sufrimiento. Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no obtener lo que se desea es sufrimiento. En breve, los cinco agregados de la adherencia son sufrimiento.
2. La segunda Noble Verdad es el origen de dukkha, el deseo o “sed de vivir” acompañado de todas las pasiones y apegos. Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Origen del Sufrimiento. Es el deseo que produce nuevos renacimientos, que acompañado con placer y pasión encuentra siempre nuevo deleite, ahora aquí, ahora allí. Es decir, el deseo por los placeres sensuales, el deseo por la existencia y el deseo por la no existencia.
3. La tercera Noble Verdad es la cesación de dukkha, alcanzar el Nirvana, la Verdad absoluta, la Realidad última. Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad de la Cesación del Sufrimiento. Es la total extinción y cesación de ese mismo deseo, su abandono, su descarte, liberarse del mismo, su no dependencia.
4. La cuarta Noble Verdad es el Sendero que conduce al cese del sufrimiento y a la experiencia del Nirvana. Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sendero que conduce a la Cesación del Sufrimiento. Solamente este Óctuple Noble Sendero; es decir, Recto Entendimiento, Recto Pensamiento, Recto Lenguaje, Recta Acción, Recta Vida, Recto Esfuerzo, Recta Atención y Recta Concentración.




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